La pandemia y el avión presidencial


La pandemia y el avión presidencial


Para mucha gente resultó una mala broma la rifa del llamado avión presidencial. Hubo burlas al presidente Andrés Manuel López Obrador cuando anunció que él no se subiría a un avión tan caro y lujoso. Se mofaron porque decía que no podía haber “gobierno rico con pueblo pobre”. Lo tacharon de populista y demagogo; que eso de viajar en vuelos comerciales era sólo una estrategia mediática para engañar a la gente.

Cuando se anunció que las ganancias que generaría la venta o rifa del ostentoso aparato serían destinadas a la compra de equipo médico y a la habilitación de hospitales que los gobiernos tecnócratas abandonaron, siguieron las mofas y los memes. Hasta el propio presidente se carcajeó de ellos en una conferencia mañanera (no cabe duda que la risa sobre uno mismo es signo de gran inteligencia).

Irónicamente, los neoliberales asignaron al avión el nombre del Siervo de la Nación, José María Morelos y Pavón, como si el hecho de nombrarlo como el héroe emancipador de la Guerra de Independencia propiciaría que la costosísima aeronave fuera menos insultante. Mejor le hubieran puesto Agustín de Iturbide, o Porfirio Díaz, afirmó el propio presidente.

Ahora con la pandemia por el covid-19 ya nadie se ríe. Hasta sus más acérrimos detractores reconocen la gran necesidad que tiene el sector salud de una enorme inversión. Con las ganancias que se obtengan por la venta del avión presidencial se comprarán ambulancias, equipo, ventiladores y todo lo necesario para robustecer a ese sistema.

 Ahora todo mundo acepta el acierto del Ejecutivo Federal al afirmar que la salud de los mexicanos, y sobre todo de los más desprotegidos, debe ser primero, por encima de los intereses del mercado y de los corruptos intereses de algunos servidores públicos en contubernio con empresarios mezquinos. 

Hoy el Gobierno Federal ha invertido en rehabilitación de hospitales, en la compra de equipo médico con tecnología de punta, ha contratado a miles de médicos, enfermeras y personal para la atención de la pandemia. Se ha invertido en la salud de millones de personas de escasos recursos y se está respaldando al sistema de salud en México. Este hecho marca la enorme diferencia entre cómo se gobernaba en el régimen neoliberal y la manera en que se hace ahora. Hoy se gobierna para el pueblo y con el pueblo. Nuestro distintivo como gobierno emanado de la auténtica voluntad popular es, sin duda alguna, el bienestar de la gente.