Elementos para entender el proceso de cambio político



Elementos para entender el proceso de cambio político


Los agentes del sistema alertan sobre la tragedia que significan las políticas del nuevo gobierno, pero la tragedia que se anuncia es la que los mexicanos hemos padecido durante el largo interregno 2000-2018, y aún antes. Al menos el proceso de cambio en marcha es saludable, entre otras cosas, porque muestra la vitalidad de una ciudadanía que ya se curó de espanto y que le tomó la medida al curso de la historia.

El miedo fue la estrategia fundamental de las élites políticas y de la oligarquía económica durante ese aciago periodo de dominio de las derechas mexicanas. Lograron que las víctimas botaran a sus verdugos. El amedrentamiento a la ciudadanía fue la constante. El recordatorio permanente de la mano dura, del orden y del respeto, eslogan foxista que acabó en la tragedia calderonista. 

La arquitectura financiera del neoliberalismo funcionó bien para las élites, pero mal, muy mal para el resto de la población. ¿Podemos vivir con esto? La izquierda social ahora en el poder dice que no, sin embargo, las élites reaccionan porque saben que lo que viene trastocará sus privilegios. Se acostumbraron a las ganancias fáciles; a ser beneficiarias de los contratos de gobierno; a imponer las reglas; a fijar los términos de la ecuación del poder. Por eso ahora no procesan que el orden de las cosas haya cambiado. 

Costará mucho el cambio político en México, tanto como el que las élites del sistema acepten que es inmoral enriquecerse a costa de la pobreza de las mayorías. A poco menos de dos años del nuevo gobierno, la lógica política cambió: no hay manera de seguir en el proceso inmoral de concentración de la riqueza en un país con millones de pobres; sin embargo, las élites siguen con su agenda y alimentan su propia narrativa. 

Los medios de comunicación tienen un problema grave porque su interés se concentra en reproducir un modo de relación con un poder que ya no existe, que corresponde a una ecuación del pasado. 2018 produjo un cambio sustancial que permite alimentar esperanzas de futuro. La cuestión es simple: la crítica de esos medios debe partir de preguntarse qué teníamos antes del 2018. Hoy hay una sociedad dispuesta a cuestionar el origen del problema: el modelo económico y el proceso de una concentración obscena e inmoral de la riqueza en pocas manos. Los grandes medios de comunicación fueron beneficiarios directos de ese estado de cosas. Es por ello que hoy asumen un papel de reproducción de los argumentos del sistema. 

¿Qué explica la actuación facciosa de los grandes medios de comunicación? Principalmente, su vinculación orgánica con las grandes corporaciones económico-financieras del país; su relación con los magnates, con los hombres del dinero, pero también con los jefes de camarillas políticas: desde las que ostentaron ser cabezas de la izquierda oficialista hasta de las derechas priista y panista. 

El cambio que está en marcha es, sobre todo, cultural, y se centra en darle contenido a un nuevo paradigma: vivir con menos, pero, a la vez, vivir mejor. Se trata de recuperar la vida social y de desechar la lógica del consumo. Hoy es posible apostar a un nuevo esquema de redistribución de la riqueza, con plena restauración de la vida local; dimensionar la democracia directa y la autogestión solidaria. 


1 Diputada Federal. Secretaria de la Comisión de Economía Social y Fomento del Cooperativismo. Integrante de la Grupo Parlamentario de MORENA.